Nana: Primer encuentro

jueves, 11 de junio de 2009





La luz del atardecer se cuela por la ventana calentando la cara sudorosa de la chica, mientras su compañera se enciende un cigarrillo y expulsa el humo. La muchacha de pelo castaño apoya la cabeza en el hombro de su compañera morena, mientras esta le acaricia el pelo.

- Oye Nana, ¿Recuerdas el día en que nos conocimos?

- Claro que si tonta - Le contesta la chica morena con su profunda voz - Recuerdo que te quedaste embobada mirándome durante una eternidad.

- Eso no fue exactamente así - Mientras ríe y le da una patada amistosa.

Yo iba cargada con mi maleta, dispuesta a empezar una nueva vida con mi novio en Tokio; el único sitio que había libre estaba a tu lado. Creo que a la gente te tenia miedo con tu chupa de cuero y todos esos piercings, pero a mi me pareciste muy guapa y muy guay. Con ese aire misterioso escuchando tu mp3 y con tu guitarra al lado. Por eso me quede mirándote tanto rato. Me senté a tu lado y nos presentamos, recuerdo que me impacto mucho que nos llamáramos igual y que tuviéramos la misma edad, tu parecías mucho mayor. Hablamos de mi novio, me hablaste de tu grupo. Entonces me preguntaste si me importaba que te quitaras las botas que te estaban matando.

Fue entonces cuando vi tus pies por primera vez, eran preciosos, pequeñitos, con unos dedos perfectamente cuidados y las uñas pintadas de negro que contrastaban de maravilla con tu piel blanca, y ese tatuaje con la rosa negra que tienes en el tobillo. Entonces si me quede embobada mirándote. Sacaste un par de cervezas y empezamos a beber y a charlar de cosas cada vez mas intimas. Fue entonces cuando el tren se detuvo y se encendieron las luces de emergencia todo estaba muy oscuro y apenas podíamos vernos las caras.

Continuamos charlando y poco a poco acabaste dirigiendo la conversación hacia temas sexuales. Yo soy muy vergonzosa, ya lo sabes, pero el hecho de estar a oscuras y las cervezas debieron ayudar. Mis ojos se estaban acostumbrando a la luz y tenia mi mirada fija en tus pies, tu estabas de lado en el asiento con la espalda recostada en el cristal y tus pies apoyados en el reposa manos. Note como mis braguitas se mojaban.

- ¿Eres una fetichista de pies? - Me preguntaste interrumpiendo la conversación

- ¿Que, que...?

- ¿Te excitan los pies? Hace rato que no dejas de mirarlos

- No, yo, es tu tatuaje...

- ¿Seguro? No te creo, yo creo que te ponen mis pies - dijiste juguetona acercándomelo

Tenia tu pie a escasos centímetros de mi cara y te juro que desee chupártelo en ese momento,pero no hice nada, nunca me había sentido así y estaba asustada, ¿que me pasaba? A mi no me gustaban las chicas, yo no era una fetichista depravada. Apoyaste tu pie en mi hombro y fuiste bajando lentamente por mi brazo hasta mi mano y temblorosa intente acariciártelo, pero tu lo apartaste rápidamente.

- Lo sabia viciosa - susurraste con tu profunda voz - vamos a jugar.

Volviste a poner tu pie en mi hombro, pero esta vez lo desplazaste hasta mi cara, y un

maravilloso olor me invadió, saque mi lengua para chupártelo, pero volviste a alejarlo rápidamente de mi. Cada vez me sentía mas cachonda e inquieta, mire hacia los lados, pero casi todo el mundo estaba dormido, o eso parecía en la penumbra. Bajaste tu pie hasta mis pechos y empezaste a acariciarlos rodeándolos, mis pezones estaban a punto de reventar, estaban tan duros que me dolían, pero me encantaba. Con el dedo gordo de tu pie y el de al lado apretaste mis pezones y apenas pude reprimir un gemido. Eras buena. Eres buena.

Continuaste bajando tu pie por mi estomago y lo metiste por debajo de mi blusa, me acariciaste el ombligo y subiste hasta mis pechos iniciando una expedición hasta debajo de mi sujetador, te colaste y pude sentir tus pies rozando mis pezones, ummm... que placer solo de recordarlo. Sacaste tu pie de debajo de mi blusa y abrí con ansias mis piernas.

- ¿Lo quieres dentro de tu coñito verdad perrilla? – susurraste - que caliente me estas poniendo.

Moviste tu pie por encima de mi falda recorriendo mi muslo, para finalmente meterlo por debajo de la falda y encontrarte con mis braguitas totalmente empapadas. Acariciaste despacio por encima de la tela. De arriba a abajo, de abajo a arriba. Yo estaba a mil, a punto de correrme. Conseguiste apartar la tela de mis braguitas y meter tu pie debajo, me penetraste con tu dedo gordo, cada vez mas rápido, después metiste el resto de los dedos y me tuve que morder la mano para no gritar mientras me corría. Sacaste tu pie de debajo de mi encharcada entrepierna y me lo pusiste en la nariz.

- Mira como estabas perrita

Esta vez si conseguí llevarme tu pie lleno de mis fluidos a la boca, lo cogí con mis dos manos y lo chupe y lo lamí, por entremedio de cada uno de los dedos, por la planta, provocándote cosquillas y risas, pero no tuve suficiente y fui lamiendo por tu tobillo, abalanzándome hasta tu asiento y lamiendo el resto de tus piernas, subiendo tu falda de cuero y dejando tus braguitas delante de mi nariz. Hundí mi cara en ellas, me empape de tu olor, el mejor olor del mundo. Y te acaricie con mi nariz por encima de tus braguitas que estaban igual de empapadas que las mías. Tu levantaste tu culo del asiento y te las quitaste, dejando delante de mi cara tu coñito totalmente depilado y chorreando flujos. Volví a hundir mi cara en tu coñito, lo hice muy torpemente, estaba nerviosa, nunca había hecho nada así, pero tu debías estar muy cachonda, y rápidamente te corriste mientras le daba un mordisquito a tu clítoris, y fue mientras me estaba bebiendo todos tus flujos, que el tren volvió a ponerse en marcha y rápidamente y como pudimos intentamos disimular y guardar la compostura.

Al llegar a la estación, decidimos que todo había sido una locura, un error. Que no volveríamos a vernos. Pero unas semanas después volvimos a coincidir en la visita para alquilar este piso...

La luz del atardecer ha dado paso a la luz de una farola, que se cuela iluminando el cuerpo de las dos chicas desnudas mientras se besan.

- Me encanta cada vez que explicas como nos conocimos, siempre me pone a mil.

- Lo se, por eso lo hago - Responde la chica castaña con voz picara

Instinto



El frío que cala en mis riñones me despierta. Estoy tirado en el suelo encharcado de un sucio callejón. Estoy empapado, ¿Como he llegado aquí? Me incorporo y me siento extraño, aparte de no saber como he llegado hasta aquí, me encuentro totalmente despierto. Un millón de olores invaden mi cuerpo, y muy pocos son agradables. La ciudad entera grita en mi cabeza, y pese a que no hay ninguna luz que ilumine el callejón puedo ver perfectamente mi americana tirada en el suelo a mas de 50 metros. Me acerco y la recojo, y al moverme me siento bien, jodidamente bien. Como hacia veinte putos años que no me sentía. Mi cuerpo no esta cansado como de costumbre, me siento lleno de energía, siento mis músculos tersos y en forma. Al ponerme la americana, me doy cuenta de que mi camisa esta rota y manchada de sangre. Siento pánico, pero solo dura unos segundos. Inmediatamente mi cuerpo reacciona arrancando mi camisa y tirándola a una papelera. Me pongo la americana encima de mi torso desnudo, me muevo por instinto. Salgo del callejón con paso decidido como si fuera a comerme el mundo; esbozo una sonrisa.

Al pasar por un escaparate observo mi reflejo y me sorprendo un poco, soy yo, pero no parezco yo. Veo a un tipo de unos 40 años con un buen cuerpo, y una cara llena de vida. Joder si hasta me parece que tengo mas pelo. Sonrío echando mi pelo mojado hacia atrás, ahora se lo que siente el puto Brad Pitt cuando se mira por las mañanas al espejo.

La ciudad sigue gritando en mis oídos, pero de repente un olor hace que me olvide del resto de mis sentidos, lo ubico a mi izquierda y al girar la cabeza veo en la acera de enfrente a dos chicas, puede que entre las dos sumen mi edad. "Nos ha mirado" las oigo gritar, pero no, no gritan, están cuchicheando y me lanzan una sonrisa, se la devuelvo. De nuevo ese olor me golpea, me ciega; es olor a mujer, a coño, y me esta volviendo loco. Las chicas continúan su camino y yo cambio de acera para seguirlas. Siento que mi polla va a reventar los pantalones ¿Cuando fue la ultima vez que estuve tan excitado? Ni lo recuerdo...

Las chicas se separan, una de ellas entra en el metro y mi olfato y mi polla me dicen que es a la otra a la que debo seguir. Lleva puesto un vestido negro con corte hasta medio muslo totalmente empapado y pegado al cuerpo a causa de la lluvia, al repicar de sus tacones me perfora el cerebro. De repente se detiene, y mira hacia atrás.

- ¿Me estas siguiendo guapo? - Me dice con desparpajo y sonriendo

Camino hacia ella con decisión mientras una risa rasga mi garganta. Un destello de pánico cruza por sus ojos unos instantes antes de que le abrace, pero en el momento en que la beso se rinde a mi y cierra los ojos. Nunca un beso me ha sabido igual, nunca me he sentido tan vivo. La cojo de su melena rubia y empapada y le hecho la cabeza hacia atrás mientras beso su cuello; noto el latir de sus venas mientras mi lengua las recorre. Mis manos bajan su espalda recorriéndola hasta sus piernas para subir después hasta su culo, colándose por debajo de su vestido hasta encontrar su tanga.

- Frena un poco, nos pueden ver - Me susurra al oído

Me separo de su cuerpo, a unos pocos metros hay un portal de un edificio, la cojo de la mano y prácticamente la arrastro hasta allí, la puerta esta cerrada pero al empujarla y hacer presión oigo el crujir de la cerradura.

- ¿Com...

No le dejo acabar la frase y la empujo hacia dentro mientras vuelvo a besarla apasionadamente con un ansia animal. Ella me arranca los botones de la americana y empieza a acariciar mi torso y a besarlo, con mis manos acaricio sus pechos, los agarro con fuerza, siento la dureza de sus pezones y los pellizco. Ella baja su mano hasta mi entrepierna y al acariciar mi polla lanza una exclamación de sorpresa. Se arrodilla y sin perder un momento me baja la cremallera y se la mete con ansias en la boca, la lame de arriba a abajo, de abajo a arriba, me chupa los huevos y vuelve de nuevo a mi polla, escupe encima intenta metérsela entera pero no puede, acompaño los movimientos de su cabeza mientras le sujeto el pelo.

Siento que me voy a correr y la detengo, la levanto del suelo y la siento en las escaleras, ella se quita el vestido y se queda solo con un tanga rojo. La vuelvo a besar mientras la acaricio por encima de la tela empapada, sigo besándola por el cuello hasta sus tetas sin dejar de acariciarle el coño y empiezo a lamerlas, a chuparlas, a morder sus pezones. Cada vez me siento mas vivo, mas fuerte, le arranco las bragas de un tirón y empiezo a comerle el coño desesperadamente. Mi lengua recorre sus labios de arriba a abajo de abajo a arriba mientras con mi pulgar acaricio su clítoris. Siento que la polla me va a reventar, dejo de chuparla y se la meto de golpe empiezo a penetrarla y cada vez me siento mas fuerte, mas grande, oigo el latido de su corazón en mi cabeza, cada vez mas rápido mas fuerte y mis arremetidas ahora están acompasadas con sus latidos, oigo sus gemidos, sus gritos, noto como me voy a correr y lanzo un rugido feroz. Ya no oigo los latidos de su corazón.

La luz de la escalera me ciega al encenderse, y puedo oír las voces de los vecinos. El olor a sangre me invade, un millón de voces gritan en mi cabeza. Como puedo me subo los pantalones, me siento cansado, viejo, como siempre. Salgo corriendo de la portería mientras lanzo una última mirada al cuerpo muerto de la joven.

Una aventura eviterna.
















Comienzo esta aventura de periodicidad indefinida, probablemente servida en plazos muy dilatados en el tiempo, en la que iré publicando una serie de palabras perversas compiladas en forma de relatos eróticos




 
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